COMERCIALES TROCHA DE PAZ

PLANTA DE PÁRAMO

“Planta de Páramo entiende la importancia que es trabajar en territorio de manera colectiva, por eso sabemos que somos semillas, raíces y plantas. ¡Nos curaste con Planta de Páramo! agradecemos la existencia y tu gran amor por nuestra tierra. Dejaste legado de mujeres trabajadoras que saben reivindicarse, cantar, luchar y poesía narrar. Como mujer música y creadora entiendo la importancia de cuidar y caminar en espiral.”

—Tania, creadora de Planta de Páramo. 

Sembrando Raíces de Paz y Sanación en el Corazón del Páramo

trochadepaz

20 de noviembre de 2024

Desde las estribaciones de la cordillera central, a 3000 m. s. n. m., en el nororiente del Cauca, yace el resguardo de Guambía, uno de los cuatro grupos étnicos que a grandes rasgos componen la población indígena del Cauca, después de la Guajira, la más numerosa del país. Aquel territorio constituye una región de montañas sagradas envueltas en la humedad helada de páramos y lagunas que se funden en la ancestral espiritualidad del pueblo Misak, también llamados guambianos, precursores de la lucha indígena por la recuperación de la tierra y la reivindicación de su identidad cultural a principios de los 60’.

Estamos aquí, en la vereda de San Fernando, en la finca que los ex-terrajeros y nativos Misak lograron adquirir hace medio siglo, y que se eleva sobre el casco urbano del municipio de Silvia. En su momento, aquella recuperación inicial sirvió de ejemplo para futuras movilizaciones indígenas que llevaron a la creación del CRIC, con lo que las tierras de San Fernando o Nu Yapalө se convirtieron rápidamente en centro de capacitaciones en donde se transmitía el valor de las raíces indígenas y la necesidad de preservar y glorificar sus costumbres para de esa forma zafarse del dominio de los hacendados, cuyo sistema de terrajería no distaba mucho de un régimen de esclavitud.

A tempranas horas de la mañana una neblina espesa se apoderaba de Nu Yapalө (plano de la casa grande), una terraza natural en medio de las altas montañas del nororiente del Cauca. Un lindo camino de piedra guiaba el camino a la casa de campo principal, la cual estaba circundada por un jardín rebosante de vegetación: arbustos de flores rojas, huertas de alimentos comestibles y enredaderas en techos y paredes de la casa que daba la impresión de estar viva. Entramos y nos recibió Tania, la creadora de la marca “Planta de Páramo”, y que habíamos conocido la noche anterior cuando nos explicó sobre su iniciativa que ya llevaba 8 años. “Planta de Páramo” se trata de un emprendimiento que apuesta por promover y elaborar todo tipo de productos limpios y saludables que vayan en armonía con la naturaleza.

Esa noche Tania nos contó que desde muy niña se vio obligada a desplazarse a Popayán a causa de la violencia. Su madre es una líder social que participó en la mesa de víctimas del conflicto, y aquella influencia permitió que Tania dejara florecer su espíritu alegre y emprendedor, que comenzó cuando realizó el técnico en diseño y confección de ropa industrial en el Sena, y que le ayudaría a crear “Planta de Páramo”. El proyecto inició con el diseño de toallas ecológicas con productos derivados de la quinua,[1] reutilizables hasta por dos años, ya que para ella era inconcebible que las toallas higiénicas que utilizaban las mujeres no garantizaran su integridad y fueran motivo de enfermedades.

[1] La quinua es un grano andino altamente rico en proteínas y aminoácidos esenciales, la cual es cultivada en la zona más alta de los páramos. La quinua es un símbolo de identidad y de conexión con la naturaleza para el pueblo Misak, considerada un regalo de los dioses y un alimento sagrado que compone la dieta de los Misak desde tiempos ancestrales. Este grano fue prohibido durante la colonización española, por lo que la cosecha y la preservación de las variedades de quinua nativas se valoran hoy día como un signo de resistencia cultural, que se ve afectada por el acaparamiento de las grandes empresas que no respetan ni cuentan con un equilibrio natural con el territorio.”

Planta de Páramo
Foto: Trocha de paz 2024
 

Una vez adentro, fuimos a la cocina (que también hacía de comedor) y nos sentamos en unas bancas de madera alrededor del fogón junto con Tania y las “mamitas”, las cuales muy gentilmente preparaban el desayuno. La casa de barro y bahareque nos brindaba un ambiente sobrecogedor que, aparte de calentarnos del clima frío de montaña, nos transmitía la seguridad y la confianza como la que proporciona el vientre de una madre. Un calor gustoso que nos acercaba entre sí y nos permitía compartir y conectar ideas. Le preguntamos a Tania sobre el lugar en el que nos encontrábamos y su relación con “Planta de Páramo.”. Resulta que en 1999 familias Misak (principalmente) crearon la Asociación Jardín Botánico de las Delicias, con el propósito de contrarrestar el encarecimiento y la miseria de las poblaciones rurales a través de la promoción de emprendimientos productivos que involucren el rescate de saberes y prácticas ancestrales que, a su vez, incentiven la conservación de los ecosistemas altoandinos, afectados por el cambio climático y la acción extractivista de empresas trasnacionales.

Es precisamente aquí cuando aparece “Planta de Páramo”, la cual se integró hace 4 años al Jardín Botánico. En palabras de Tania, no fue si no hasta el momento en que experimentó la liberación catártica del yagé en el Tul Ampik Ya o “Casa de Pensamiento” del Jardín, que sintió una profunda conexión con el entorno, la naturaleza y consigo misma. De tal modo, el Jardín Botánico ayudó a proyectar la marca “Planta de Páramo” desde el fundamento primordial de la vida en comunidad, la cual conlleva Paz interna y la conciencia de integrar un macrocosmos que vibra con todos los elementos que ofrece la Madre Tierra.

Como parte de la expedición para grabar el comercial de promoción a “Planta de Páramo”, fuimos al Páramo de las Delicias el cual está muy por encima de los 3000 m.s.n.m. Las nubes se desplazaban a gran velocidad y la fría llovizna alternaba con intervalos de sol, así era como el páramo nos hablaba, según Tania. El pueblo Misak concibe a los páramos como seres vivos, guardianes que resguardan la biodiversidad y, sobre todo, la calidad del agua, pues actúan como esponjas naturales que absorben una gran cantidad de agua de lluvia y niebla. El suelo y los acuíferos subterráneos almacenan el agua y regulan el caudal de los ríos y las fuentes hídricas, protegiéndolas de la erosión y la sedimentación. Los páramos son espacios sagrados, fuente de la vida y el corazón de la cosmovisión Misak, quienes son considerados “hijos del agua”, líquido vital y matriz de toda forma de vida.

De los páramos se cosechan alimentos como la quinua, papa, uchuvas y ocas, los cuales conforman parte esencial de la materia prima que dispone “Planta de Páramo” para realizar sus productos. Por ejemplo, la quinua es transformada en cereales, granolas y coladas, pero también es utilizada como una fibra textil sostenible y versátil mucho más eficiente que el algodón y la lana, pues resulta amable con el medio ambiente y además garantiza suavidad, durabilidad y propiedades hipoalergénicas que cuidan la piel. De tal forma, gracias al esfuerzo y el trabajo colectivo (especialmente de mujeres), “Planta de Páramo” se enfocó en el diseño manual de ropa, hogar y objetos:  camisas, chaquetas, sotaras, tejidos de falda, telares, anacos, ruanas Misak, accesorios, pañales de tela, copas menstruales, repelentes naturales, adoquines de decoración para sillones, cobijas, sabanas y demás.

Otro de los enfoques de “Planta de Páramo” recae en la transformación de plantas, particularmente en aceites esenciales: aceite de cilantro, ciprés, eucalipto, frutas deshidratadas, galletas con cannabis orgánicas, hidrolatos y naturales de plantas orgánicas, además de pastelería y panadería en horno tradicional. De igual manera, “Planta de Páramo” participa en los festivales de la cosecha en Popayán realizados cada 15 días, en el que exhibe productos propios y en colaboración con otros emprendimientos verdes: agendas, broches, tejidos, bordados a mano, banderillas, cereales de chili, vinos artesanales, pintura de pigmentos naturales con tierra y plantas para la realización de murales, etc. Así, “Planta de Páramo” reconoce la importancia de generar juntanzas que dan cuenta de los procesos de minga que caracterizan a la comunidad Misak, y pese a que Tania se identifica como urbano-campesina, no desconoce el valor de la conexión con las raíces ancestrales que aprendió en el Jardín:

“Me sentí en una conexión muy bonita porque estaba en un momento donde quería conocer más sobre las huertas, sobre la conexión con la tierra y poder generar procesos más colectivos. Legar al Jardín Botánico y convivir con la comunidad Misak me ha hecho entender mucho sobre qué es lo colectivo (…) El Jardín Botánico ha sido la utopía para muchas cosas, como aprender a soltar lo individual, trabajar en colectivo, el valor de la mujer, el valor del saber adulto, las mamitas… Aquí conecté con la medicina, las plantas, el yagé, los hongos, la música.”

Respecto al valor del trabajo colectivo de la mujer, es de resaltar la energía femenina que gobierna el lugar, a propósito de la peña mama Manuela, ubicada justo al frente del Jardín. Cuando regresamos del páramo tuvimos la oportunidad de conversar con Carol, una de las mamitas del Jardín quien nos contó la historia de mama Manuela (antes mama Karamaya), una heroína indígena que, con la llegada de los españoles y los cambios exabruptos, se refugió en lo alto de la montaña donde salvaguardó las sabidurías ancestrales, el trabajar las tierras y las artes, el oro, la plata y las semillas. El espíritu de mama Manuela se fundió en la montaña y ahora es quien guía el impulso femenino de la creación, la conservación y la armonía que, junto al pishimisak (espíritu que regenta los páramos, bosques, cerros, lagunas, ríos, riachuelos, etc.), orientan el camino espiritual de los Misak, en donde las mujeres juegan un rol fundamental de equilibrio, sensatez y proposición.

En la cosmovisión Misak los pilares del Tiempo y el Universo se mueven de acuerdo a un espiral que moviliza el pasado, el presente y el futuro en un ciclo vital que concilia el principio invariable del comienzo y final de las cosas. Por ello, antes de ingresar al Jardín se lleva a cabo un ritual en el que los visitantes deben soltar las energías densas que traen de la ciudad y abrirse al fluir armonioso del agua deslizándose sobre sus manos de izquierda a derecha, trazando la figura de un espiral. Como anotamos, el agua es la fuente de la vida de donde desciende el pueblo Misak, los cuales se constituyen como gentes y/o guardianes de agua cuyo propósito es mantenerla viva: “El agua de ciudad ya no es agua pura, es agua muerta, ya no tiene minerales. Para mí no tiene nada”, dice Carol. Para ella todo está en dar y recibir: los visitantes reciben la energía de las montañas, el aire, el agua, los alimentos cosechados con amor y abundancia, pues ahí se maneja el concepto de nevera viva como un recordativo de la constante comunión con la naturaleza:  

Acá uno sale de la cocina y va y lo cosecha.  La papita que cosechamos, la pelamos, tenemos nuestra compostera y como es viva, con ella misma abonamos nuestra tierra y nuestros alimentos, entonces es muy bonito (…) Aquí sabemos que las plantas tienen sus espíritus, y sabemos para qué sirven, para qué enfermedad sirven, si es planta caliente, planta fría… Ya no es solamente por hacer y vender, sabemos que la planta es viva y nos cura. Aquí hacemos los productos y nos ayudamos en conjunto.

“Planta de Páramo” se nutre de esa cultura del intercambio y la reciprocidad y se integra para aportar desde el diálogo y la cooperación intergeneracional e interétnica, en donde jóvenes y adultos, y los saberes de las montañas y de la ciudad, se ayudan mutuamente para emprender, con el enfoque especial de las biotiendas. Aquello genera una auténtica minga de pensamiento que se inserta en el núcleo de una cultura cada vez más propensa a la integración y la colaboración, en miras a construir una vida digna, feliz y saludable. La formación de liderazgos es crucial para combatir la vulnerabilidad a través de semillas de conocimiento y el empoderamiento colectivo. En palabras de Tania:

“En Planta de Páramo se apuesta a generar procesos dentro de los barrios más vulnerables, a generar talleres y a que las mujeres le apuesten a poder generar emprendimientos y liderazgos. También siento que nos conectamos donde participemos personas para que se puedan unir y trabajar en muchas cosas, donde nos sintamos bien, y haya un pago justo para poder seguir aportándole a la construcción de Paz.

Tania también es cantante de rap y ve en la cultura Hip-Hopper un espacio para que los jóvenes se encuentren del mismo modo que en las artes en general como el teatro, la música y la danza. Estos nuevos ámbitos de sociabilidad se conjugan con la sabiduría de los abuelos o mayores Misak, quienes enseñan el saber vivir bajo el amparo de Pacha Mama, por medio de un saber milenario de plantas medicinales y del buen convivir con los espíritus que cohabitan el entorno natural. Por otra parte, en los últimos años se ha venido realizando en el Tul Ampik Ya un encuentro entre mujeres que agrupa a distintas comunidades con el objetivo de dialogar y compartir experiencias sobre temas como la sexualidad, la crianza de hijos, el cuerpo visto como primer territorio y que por ello no debe ser motivo de vergüenza, etc.   

Justamente, junto con Tania nos hallábamos en el Tul Ampik Ya, una choza tradicional en donde se reunían y celebraban ceremonias y que en esa noche estrellada resplandecía en su interior un brillante fogón. Es parte de la oferta del Jardín, la experiencia de turismo comunitario cuyos impactantes paisajes de páramos, montañas, ríos y lagunas enlazan con la tranquilidad del Ser espiritual de cada individuo, sumado a compartir el fogón con los miembros de la comunidad. Es tradición ancestral el que todos los comedores de las casas cuenten con un fogón. Mientras estuvimos sentados alrededor del fuego, supimos apreciar el espacio de congregación y la palabra que iba surgiendo. Tras una larga jornada de rodaje, nos relajamos y nos abrimos a las verdades que el fuego ofrendaba en ese momento. Nos dijo Carol que el fuego llama, habla, calienta, alimenta, es portador de una energía vital que se funde en el trascendental suspiro de la existencia y da paso a la sanación del Ser.

Nos recomendaron observar el fuego atentamente. Nos parecía que veíamos a través de él la magia del vivir, la fuente de los sueños por la cual vivimos y creamos. “Si no soñamos no podemos crear”, subrayó Carol. Esas palabras resonaron en mí y sentí un gran alivio y fascinación al reconocer la grandeza del momento y el saber que hacía parte de algo más importante en donde “Pacha Mama está de fiesta”, coro que al instante fue acompañado por una guitarra. Al final de la noche entendí mucho mejor el lema: “Nos curaste con Planta de Páramo”, el verdadero valor de la naturaleza y los productos que podemos extraer de ella, consiste en la sanación y la expurgación de los males para quienes no hallan sosiego en la agitación del mundo moderno. Así es como Tania reflexiona sobre su historia, los objetivos y esperanzas de “Planta de Páramo” como un pulmón que impulsa la transformación social:

La espiritualidad está en todo, en el cultivar la tierra, sembrar y cosecharla (…) Crecí con otros procesos comunitarios de formación y entendí lo que era el conflicto, ser desplazado, vivir esas violencias genera cierta inconformidad. Pero después de generar un proceso de reconocimiento como mujer y también con lo que pasa con ese pasado con mi familia, entendí que era importante apostarle a la construcción social y cambiar eso que fue la guerra y volverlo Paz en medio de todas las personas.”

Comercial Trocha de Paz: Planta de Páramo

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