COMERCIALES TROCHA DE PAZ

MIEL DE ABEJA TIBÚ

“En nuestras manos está su destino, y en su destino está nuestra supervivencia.”

—Letrero principal del apiario Nora Miel, en Tibú, Norte de Santander.  

Miel de Abejas Tibú: Apicultura en el Corazón del Catatumbo.

trochadepaz

26 de octubre de 2024

La famosa región del Catatumbo se encuentra ubicada en el noreste del departamento de Norte de Santander, territorio caracterizado por su espléndida diversidad geográfica, cultural y natural, pero también por los estragos del conflicto armado. Desde la consolidación de la economía cocalera en los 80’, la población ha padecido la carencia de alternativas de vida y la coacción y la afrenta del Estado y de diversos grupos armados ilegales que han mantenido subyugados a los campesinos e indígenas que habitan estas tierras de rayos, montañas, valles, páramos, llanuras, cerros y ríos.

Tibú es uno de los once municipios del Catatumbo, así como uno de los más afectados por el conflicto, especialmente a partir de los 90’ cuando aumentaron exponencialmente las masacres, la destrucción de bienes públicos y ataques a centros poblados, los masivos desplazamientos forzados y como efecto colateral, la violencia sexual. De igual manera, las fumigaciones indiscriminadas con glifosato, la expansión de hectáreas destinadas al negocio de la agroindustria de la palma, el boom de la locomotora minera que concesionó títulos mineros a empresas extranjeras y multinacionales, son otras de las causas que configuraron el complejo y conflictivo paisaje de violencia que ha sacudido a la región.  

Si bien en el período del posconflicto los índices de violencia han disminuido, aún se presentan importantes retos a solucionar, como lo es la generación y el fortalecimiento de economías locales que empoderen al campesinado catatumbeño para que por fin logre salir de ese espiral de exclusión, miseria y violencia que ha lastrado durante tantos años. Es precisamente allí donde radica el valor de “Miel de abejas Tibú”, una iniciativa productiva a cargo de jóvenes campesinos tibuyanos que se encarga del establecimiento y mantenimiento de colmenas, la extracción y venta de miel y derivados, el rescate de abejas y la capacitación y divulgación a la comunidad sobre temas relacionados con la apicultura.

Miel de abeja TIBU
Foto: Trocha de paz 2024
 

Leyver es el principal impulsor del proyecto y recuerda que, en sus inicios, hace apenas tres años, él junto a unos familiares y amigos decidieron invertir en las abejas ante la imposibilidad de montar unidades productivas alrededor de cerdos, bovinos o pollos, debido a sus altos costes. Leyver es técnico en sistemas agropecuarios ecológicos y reconoce que, ante la falta de oportunidades, la apicultura ha sido una salvación para ellos. Más aún cuando rememora con dolor la vez en que tuvieron que desplazarse de su hogar natal en el corregimiento La Gabarra, huyendo de la arremetida paramilitar y obligándose a empezar desde cero en el casco urbano de Tibú. No obstante, la resiliencia y “berraquera” propia de los nortesantandereanos, tal vez forjada a partir de la crudeza del conflicto, le ha permitido a Leyver y su familia generar una cadena productiva que no solo beneficia a ellos sino, a muchísimas más personas.

En términos prácticos, las abejas solo necesitan poco más que inversión en cajones que constituyen los apiarios en donde ellas construyen sus colmenas. Sin embargo, ello no quita el compromiso y la responsabilidad que se debe tener para llevar a buen puerto la crianza de abejas. A comienzos el emprendimiento tuvo importantes reveces, Leyver comenta que fueron varias las ocasiones en que perdieron colmenas debido a la falta de conocimiento que devenían en errores propios. Por ejemplo, en una oportunidad pretendieron eliminar con veneno una plaga de hormigas que estaba cerca de un apiario, pero el veneno terminó por expandirse por el suelo y acabó con la vida de 8 colmenas. De esta forma, con el tiempo y la dedicación fueron aprendiendo hasta el punto de ya saber dividir las etapas de desarrollo de las abejas conforme a los ciclos estacionales de la colmena, lo que es fundamental para la optimización de la producción de huevos, la prevención de plagas y enfermedades y el incremento de la producción de miel.

Así mismo, la marca se ha nutrido de juntanzas con personas conocedoras de la apicultura, y sobre todo, del acompañamiento y las enseñanzas del apicultor y profesor José Torres, quien es uno de los líderes principales que ha impulsado en Norte de Santander la apicultura como una alternativa económica frente al cultivo de coca y de palma, así como la generación de conciencia alrededor de hacer entender a los pobladores la importancia de las abejas para la polinización de cultivos y la reconstrucción de zonas deforestadas.

José concibe a la apicultura como un arte ancestral transmitido a lo largo de generaciones, pero a su vez explica que, en sus tiempos (años 80′-90′) no se le daba mucha importancia y los métodos obedecían a técnicas más bien rudimentarias.

No obstante, José tuvo una visión más amplia y logró consolidar una empresa que hoy cuenta con 20 apiarios establecidos en distintas fincas, de las cuales no es dueño, sino que hacen parte de una colaboración con sus propietarios a quienes se les explica el proceso y los beneficios de criar abejas en sus campos. La marca de Leyver intenta continuar por ese sendero de conciencia medioambiental como una salida a los efectos del conflicto armado que le has negado la consolidación de una soberanía alimentaria y de calidad:

La zona del Catatumbo ha sido una zona bastante afectada por el conflicto armado. Y pues nosotros, más que todo nosotros los jóvenes y la mayoría de campesinos, siempre se han visto frustrados en el tema de oportunidades (…) Nos dimos cuenta que las abejas además de ser una unidad productiva fundamental, [contribuyen] a la reconstrucción del medio ambiente. (…) La abeja es declarado el animal más importante del mundo, ayuda a que los alimentos produzcan, a que las plantas produzcan alimento. (…) Ayuda con el cultivo del vecino que está al lado, a que mejore la vida del ecosistema, el perímetro donde ellas trabajan.

Tal como lo expresa Leyver, las abejas cuentan con un rol importante al ser las polinizadoras más eficientes del planeta. Al visitar flores en busca de néctar, transportan polen de una flor a otra, permitiendo así la reproducción de las plantas, la diversificación de cultivos (frutas, verduras, semillas, frutos secos…), el incremento de la biodiversidad de ecosistemas y la alta calidad y cantidad en la producción de alimentos. Al mismo tiempo, las abejas son un indicador de salud ambiental, pues son sensibles a los cambios en el medio ambiente, con lo que su disminución o desaparición son síntomas de la contaminación en el ecosistema, generalmente relacionado al uso irresponsable de pesticidas. En el Catatumbo, las prácticas agrícolas asociadas al cultivo de la palma aceitera, en su apremiante deforestación para establecer grandes plantaciones de palma, han erosionado el suelo que se ha degradado y encarecido en nutrientes.

Lo anterior ha producido un desequilibrio medioambiental que “Miel de abejas Tibú” intenta restaurar al promover el cuidado de las abejas. Entre sus recomendaciones, está el cero uso de pesticidas químicos para cualquier clase de cultivos, además de plantar flores amigables con las abejas, es decir, ricas en néctar, su principal alimento: lavanda, girasoles y flores silvestres, así como hierbas de romero, tomillo y menta. Proporcionar un “baño de abejas” (lugares seguros para que beban), y zonas de anidamiento u “hoteles de abejas” para las abejas solitarias, son otras de las sugerencias para crear un ambiente amable con las abejas y otros polinizadores como las mariposas y los colibríes. “Miel de abejas Tibú” es consciente del significativo impacto que estas prácticas ecológicas traen a la región. En palabras de Leyver:

“En la región de Tibú somos pioneros, por decirlo así, en el tema de la apicultura. Hemos visto un cambio cultural, de educación, con el tema del campesino. Muchas veces el campesino tiene esa cultura tradicional de quemar los cultivos para sembrar X o Y cultivo. Trata, por ejemplo, el tema de la palma con ciertos productos químicos que afectan a las abejas. Entonces eso ha llevado a que el campesino cambie ese chip y empiece a trabajar las plantas de una manera ecológica.”

De tal suerte, este emprendimiento familiar favorece a la construcción de una cultura de paz en tanto que ha venido trabajando alrededor del cuidado y el respeto a la naturaleza, pues a parte de las abejas, han colaborado con varias organizaciones sociales y de campesinos con el fin de incrementar la siembra de árboles y el mejoramiento de los cultivos. También, han cooperado con juntas de acción comunal y profesores para brindar charlas sobre la importancia de las abejas en el medio ambiente, enfatizando en la polinización de plantas que según Leyver favorece el 80% de los cultivos comestibles. De igual modo, dan recomendaciones acerca de qué hacer en caso de encontrar una colmena de abejas, y si acaso se encuentran en peligro o generan algún inconveniente, sugieren llamar a los números de rescate y ellos acudirán gustosamente para socorrer y/o trasladarlas. 

En esta línea, “Miel de abejas Tibú” hace un llamado para que más personas se involucren en la conservación de abejas y así, la naturaleza aún virgen del Catatumbo (como la maravilla natural de Pozo Azul) no sucumba ante los fungicidas, herbicidas e insecticidas que afectan la proliferación de abejas, ya que envenenan las plantas.

En ese sentido, el maestro José está impulsando desde su parcela un proyecto de apiturismo con el propósito de que las entidades, universidades, jóvenes y comunidad en general, aprecien el potencial de trabajar con las abejas, puesto que, además de garantizar una gran ayuda al planeta y la supervivencia humana, resulta en un negocio rentable.

Queda en evidencia entonces, el enorme valor de adquirir en el mercado una botella de miel, pues a parte de contribuir al bienestar de las familias campesinas, apicultores y jóvenes emprendedores, el negocio depende y contribuye al mejoramiento del ecosistema en el que se encuentre. Y más allá del factor económico y ecologista, ha sido comprobado científicamente que la miel producida por abejas sanas constituye un bálsamo de sanación para el cuerpo. Su contenido en jalea real, polen y propóleo, así como su abundancia en vitaminas, proteínas y minerales, previene enfermedades y endulza la mente y el alma que se transporta en dorados paneles hexagonales hacia un conjunto superior de formas geométricas, en el que el vuelo en espiral de la abeja se fusiona con la vastedad de la belleza original, allá donde “La naturaleza es vida”, lema principal de “Miel de abejas Tibú”.

Mientras recorríamos el apiario Nora Miel, Leyver y José charlaban animadamente sobre temas de apicultura, como lo habían hecho durante toda la jornada. Se notaba la pasión y el sentimiento intenso de un profesor que empatiza con su alumno y quiere que sea mejor que él, y de un alumno avanzado que valora la experiencia, el crecimiento y las enseñanzas de su maestro. Un soplo de nobleza iluminaba los verdes campos de Tibú: bosques floreciendo, pájaros cantando, riachuelos fluyendo, abejas merodeando… No hay que tenerles miedo a las abejas, decía Leyver, pero cuando me picaron en la barbilla no pensé lo mismo. Picaban fuerte. La abeja africanizada era de la más agresivas, me explicó Leyver, defienden hasta lo último su hogar, pues nos consideran intrusos. ¡Vaya paradoja! resalté, mientras nosotros las protegemos ellas nos atacan. Leyver respondió que por lo general ellas mueren cuando nos pican y pierden el aguijón (se desgarran el abdomen), si con esa misma convicción defendiéramos en conjunto a la naturaleza como ellas lo hacen con sus colmenas, ¿cuántas vidas salvaríamos? A pesar de que nos piquen y nos dejen hinchazones, yo sé que en el fondo hay una reciprocidad, en alguna parte de su ser como abejas, ellas nos agradecen a todos los que trabajamos en apiarios y en conservar el medio ambiente.

Me pareció bonita esa manera de pensar, y le pregunté cómo había llegado a ese estado de tranquilidad y confianza en el presente y el futuro, después de tanto conflicto y de las cosas que uno se enteraba en las noticias sobre el Catatumbo. Leyver miró a José y a su equipo de trabajo, esbozó una gran sonrisa solvente, sus ojos brillaron y se adelantó a contestar:     

  

Aquello que distingue al santandereano, más que todo al catatumbeño, es la resiliencia, el saber de que tantas cosas que han pasado, tanta sangre, tanta violencia, pues aquí estamos, tratando de florecer (…) La zona del Catatumbo no solo son armas, no solo es guerra. Es llena de gente trabajadora, de jóvenes que quieren salir adelante (…) Hay muchos emprendimientos innovadores que quieren aportar a la reconstrucción de la vida, aportar a la reconstrucción de la paz (…) La idea es cambiar y tener una imagen diferente de lo que hay en las noticias (…) Yo principalmente digo que la construcción de paz se da incentivando, promoviendo las cosas positivas y bonitas.

Comercial Trocha de Paz: Miel de Abeja Tibú

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